Dibujar es mi forma de escapar de todo, mi camino hacia la paz interior. Es el lugar donde me reencuentro conmigo mismo.
¿Por qué dibujo?
La respuesta más sencilla es que se me da bien, o al menos eso creo. Mucha gente se inicia en el arte por sentir un talento natural, pero la verdad es que el concepto de “pintar bien” es tan subjetivo que prefiero no darle vueltas. De eso, quizás, hable otro día.
Sin embargo, el talento no es la única razón, ni la más importante. Dibujar es una experiencia profundamente gratificante por la satisfacción de concretar una idea. Es la capacidad de plasmar lo que habita en mi mente y mostrarlo al mundo. Para mí, el arte pierde su sentido si no se comparte.
Pinto y dibujo para exponer mis miedos, mis temores, mis «mierdas». Si no lo compartiera con nadie, aunque sea con una sola persona, ¿qué sentido tendría? Sacar algo de mi cabeza y dedicarle tiempo, solo para que se quede conmigo, no tiene sentido. Incluso cuando dibujo, con la única intención de practicar o hacer pruebas, mi objetivo es siempre el mismo: mejorar para poder expresar con más claridad lo que llevo dentro.
La esencia de mi pintura
Esa es la verdadera esencia de la pintura para mí: la concreción. Convertir una idea, un estado de ánimo, una mirada, un… yo qué sé… lo que quiera expresar en ese momento en algo palpable y visible. Y si, además, consigo transmitir algo con mi obra… pues ya es la hostia.
¿Y tú? ¿Qué te motiva a dibujar?

(la mayoría de mis dibujos están hechos en momentos complicados)